Es el primer trompetista en 30 años que firma un contrato como solista con la mítica disquera Deutsche Grammophon.
Lo logró a la venezolana: mientras compagina el clasicismo con la guataca
A los 30 años, ha ganado varios premios internacionales de trompeta, se ha presentado en el Carnegie Hall y acaba de firmar un contrato con la disquera Deutsche Grammophon para grabar varios discos como solista. Francisco «Pacho» Flores revisa su carrera y cuenta cómo ha vuelto a convertirse en buena noticia.
Diario El Nacional
Una bufanda gruesa le cubría el cuello.
Una segunda le cubría los labios para que no se le agrietaran. En un bolsillo apretujaba las boquillas de su trompeta para mantenerlas calientes. El 18 de noviembre de 2006, Pacho Flores salió de su casa en las afueras de París a 2° C. y con una amigdalitis que amenazaba con sabotear su interpretación ante su ídolo Maurice André, uno de los más grandes trompetistas del siglo XX. A cuestas, sus ocho meses de preparación, con seis horas diarias de meticulosa práctica.
Atrás, en su casa, habían quedado los montones de papelitos pegados en espejos, repisas y techos con la misma afirmación: «Francisco Flores: primer lugar Premio Maurice André». El tachirense llegó al evento, calentó la trompeta y empezó a tocar.
«Hubo un punto en el que empezó a dolerme muchísimo la garganta. Cerré los ojos y enseguida vi a mi papá, que me sonreía con cara de `claro que puedes’. La noche antes de morirse, me había dicho que fuera a ganar». Cuando fue anunciado como ganador entre 53 músicos de 33 países, Flores rompió a llorar. André, conmovido, también.
Casi seis años después, la anécdota da marco a otra noticia esplendorosa: Flores acaba de firmar un contrato con la Deutsche Grammophon la mítica disquera especializada en música clásica para formar parte de su catálogo con la grabación de varios discos. El último trompetista que había firmado como solista para la Deutsche fue André, 30 años antes. «Cuando me dieron la noticia quedé muy impresionado. Es un logro muy lindo que me llena de ilusión y me motiva saber que tanto sacrificio ha valido la pena. Estoy agradecido por haber podido formarme en un sistema en el que se me ofrecieron las oportunidades para desarrollarme y me siento aún más comprometido con todos esos músicos jóvenes que lo han celebrado conmigo. Yo le he entregado mi vida a esto», dice resuelto quien hoy se desempeña como primera trompeta de la Orquesta Sinfónica Simón Bolívar.
Lo mismo toca obras de Stravinsky que canciones de Pedro Infante. Cuando Flores empuña sus trompetas para las fotos, no duda en soltar chistes sobre los estereotipos ligados a su oficio («me gusta tocar guitarra, me gusta cantar el son, mi mariachi me acompaña, cuando toco mi canción», canta en guasa imitando la rasposa voz de Antonio Banderas en la banda sonora de Desperado). De hecho, durante su carrera, Flores ha tocado en todas partes. «Bares, templetes, sitios nocturnos. Por un tiempo fui trompetista de un mariachi», revela sonreído. «En un día de la madre trabajábamos desde las 8:00 am hasta las 5:00 am del día siguiente; dábamos más de 30 serenatas. Fue un trabajo que me enseñó a tener más resistencia», cuenta quien fue también músico invitado de El Guajeo de Alfredo Naranjo.
Fue precisamente su colaboración para el álbum de boleros ¡México!, del tenor Rolando Villazón y editado por la Deutsche Grammophon en 2010, lo que hizo que los productores del sello alemán se interesaran en él. «Ellos investigan tu trayectoria y te hacen entrevistas en las que les cuentas toda tu vida: cómo se ha desarrollado tu carrera, qué logros y premios has obtenido, qué repertorios manejas, cuáles son tus intereses musicales, qué tipo de obras han compuesto para ti, etc. A partir de ahí se eligen las piezas. Además de lo clásico, ellos saben que me interesa muchísimo la música venezolana», desliza. Aunque se espera que en su primer disco internacional haya un poco de todo, del repertorio preliminar no suelta mucha prenda. «Es que no me dejan. No lo puedo decir», dice pícaro.
Si se le pregunta por el secreto de su éxito que ya lo ha llevado a presentarse en el Carnegie Hall Flores asegura que su terquedad es decisiva.
«Creo que la disciplina que he tenido con el instrumento me ha ayudado. Dicen que tengo solidez al ejecutar, pero es porque me he comido muchos libros. Busco la perfección en el sonido todo el tiempo, aunque cuando toco, hay un punto en el que me desprendo de la técnica y me conecto con esa sensación mágica», desliza. Ahora que su nombre figura en el mismo catálogo de grandes como Plácido Domingo, Claudio Abbado, la Orquesta Filarmónica de Berlín, Gustavo Dudamel o Chick Corea, asegura que su perseverancia se refuerza. «Me gusta arriesgar, explorar y dejar que la música brille. Lo más difícil es hacer que parezca fácil».